Tras un largo parón he conseguido reunir
el tiempo y las ganas necesarios para volver a publicar una entrada. Espero que
os guste.
‘’Un 8 de marzo de 1857, un grupo de
obreras textiles neoyorquinas decidió salir a la calle para manifestarse en
contra de sus pésimas condiciones laborales.
A partir de esa fecha, se fueron
sucediendo distintos movimientos. El 5 de marzo de 1908, Nueva York fue
otra vez escenario de una huelga muy polémica. En ella, un grupo de mujeres
reclamaba la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral a 10 horas
y la disposición de un descanso en el que poder amamantar a sus hijos. Durante
esa huelga y como respuesta a la misma, el dueño de la
fábrica (Sirtwoot Cotton) provocó un incendio en el
cual fallecieron calcinadas más de un centenar de mujeres.
No fue hasta el año 1910, durante la Segunda Conferencia
Internacional de Mujeres Trabajadoras cuando más de 100 mujeres declararon el 8
de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Hoy en día, Día Internacional de la
Mujer.’ ’
Hoy, recuerdo un 8 de marzo en el que, sentada a la mesa con mi prima y mis abuelos, mi prima dijo ''ojalá algún día dejemos de celebrar este día porque no exista la desigualdad''. A lo que mi abuelo replicó ''ojalá llegue el día en el que la desigualdad no exista y el 8 de marzo nos sirva para recordar que hubo un tiempo en el que no fue así''.
Desde luego, estamos viviendo una época convulsa. En
esta etapa estamos siendo testigos de rápidos y constantes cambios en todos los ámbitos:
económicos, políticos, sociales…pero, desde mi punto de vista, estamos dejando
de lado un aspecto de la sociedad muy importante: la igualdad de género.
Hace menos de un mes me sorprendió ver un
vídeo en el cual miles de aficionados del Betis coreaban sin ningún reparo una
canción en la cual una presunta víctima de violencia de género era tachada de
puta, a la vez que se justificaba el acto de su maltratador, Rubén Castro. Fue
entonces cuando me replanteé seriamente lo lejos que estamos aún de la
igualdad.
Qué lejos queda aún la libertad de las
mujeres cuando los últimos resultados de la encuesta del CIS reflejan que más
de un tercio de las jóvenes españolas aceptan ser controladas por sus parejas. Qué
distantes estamos aún cuando en España, al menos una vez a la semana se produce
un asesinato por violencia de género.
En nuestro país sigue
aumentando la brecha salarial entre hombres y mujeres (nosotras cobramos un 25%
menos que nuestros compañeros varones), ha disminuido la población activa
femenina y ocupamos el 80% de trabajos a tiempo parcial. Simultáneamente, vemos
como los derechos que tanto ha conseguido ganar desparecen con las reformas
legislativas promulgadas por la derecha más rancia dejándonos completamente desprotegidas. Nuestros avances son
tan lentos que parece que nos detenemos. Con estas reformas, han conseguido
devolver a las mujeres españolas a décadas atrás.
Además, lxs expertxs aseguran que en estos
últimos años ha aumentado el número de mujeres y niñas víctimas de la trata y
la explotación sexual. Al parecer, es en tiempos de crisis cuando aumenta la
prostitución. A esto hemos de sumarle el auge -gracias a las nuevas tecnologías- de la
pornografía infantil. Terrible.
Otra crítica se la dedico, cómo no, a la
película –que ha conseguido ser un éxito en taquilla- ‘’50 sombras de Grey’’. Película
en la cual el amor –si puede llamarse así- se materializa en una relación
caracterizada por la subordinación, la dependencia, el desprecio y la
manipulación de la mujer. Vergonzoso.
Por último, en enero, las elecciones
griegas en las que Syriza consiguió ilusionarnos apareciendo como un
referente que pudiera marcar el camino y la diferencia, resultó ser una decepción para
muchxs de nosotrxs. Alexis Tsipras compuso un gobierno formado por hombres exclusivamente.
Desde mi punto de vista, esto ha supuesto un enorme paso atrás pues, la
democracia ha de ser paritaria, no menos de un 40% ni más de un 60% de ningún
sexo en las estructuras de poder.
Para concluir me gustaría señalar que, hace unos días, hablando sobre este tema con mi abuela , comentaba como algo que hoy nos parece tan común como el hecho
de que las mujeres puedan votar, estudiar en la universidad, trabajar fuera de
casa, disfrutar libremente de su sexualidad, decidir acerca de la maternidad o disponer
de una cuenta bancaria propia hace menos de 40 años era inexistente en nuestro
país. Todos estos derechos no hemos de olvidar que son fruto de la lucha
feminista. Estos derechos se han cobrado miles de vidas –como las de nuestras
compañeras de Nueva York-. Y, lo más importante, estos derechos no son para
siempre. En los últimos años, las principales preocupaciones parecen estar del
lado de la crisis, el desempleo y la corrupción quedando de lado el debate
acerca de la igualdad entre sexos. Estamos retrocediendo en nuestra lucha y es
nuestra labor denunciarlo. Vivimos un momento de la historia en el cual hemos
de unirnos en pro de nuestros derechos, nuestra dignidad y nuestra autonomía.
No nos resignemos a convivir en la injusticia. Yo, desde luego, no lo haré.
Águeda Areces
Muy bien, Águeda. Echo en falta un enfoque más filosófico, pero el texto es original, actual, toca diversos aspectos del problema y tiene fuerza.
ResponderEliminarSaludos