lunes, 11 de mayo de 2015

La muerte.



La muerte, es para todos nosotros un tema tabú. Todos nosotros hemos pensado alguna vez cómo y cuándo será el día en el que fallezcamos. 
La muerte es un hecho biológico, es el fin de la vida. El diccionario de la Real Academia Española la define como ''Cesión o término de la vida'' pero me gustaría concretar que existen diversos tipos de muerte. La muerte común, la ''irreversible'' es la muerte teórica. La muerte teórica ocurre cuando existe una destrucción  del tejido cerebral humano y por tanto de toda la información contenida en él de forma que la recuperación de la personalidad original se vuelve imposible por cualquier medio físico (en principio, pues aún hay esperanza puesta en la nanotecnología para evitar este proceso). Este término fue acuñado durante los años 90 ya que gracias al avance en la tecnología médica se logró que condiciones como el fallo cardíaco (considerado antiguamente como muerte) se volvieran reversibles.

A pesar de esto, en nuestra racionalidad no cala dicho concepto, no somos capaces de concebir nuestra no-existencia o la no-vida de alguien cercano a nosotros. Tal vez seamos capaces de entender la muerte cuando estemos en ella (pero son puras confabulaciones). 

Desde mi punto de vista, el sentido de la muerte se encuentra en la vida misma. En el momento en el que somos conscientes de que vamos a morir, dirigimos todas nuestras acciones y nuestros esfuerzos hacia la vida intensamente vivida. En realidad, el morir nos enseña a amar, a querer, a recordar. La muerte proyectada hacia la eternidad no puede ser más absurda pues la muerte dejaría entonces de ser la fuente y el fin de la vida al desaparecer la certeza de la finitud. 

La muerte de Sócrates, considerada el más grande atentado contra la filosofía
                            
 Así pues, la muerte es una especie de espejo con el cual contemplamos nuestra vida entera, perfilándola como un proyecto común de todos los hombres: los que están, estuvieron o estarán -entre otras muchas cosas-. Entonces, la vida no resulta ser más que un pequeño periodo de nuestra existencia. Por lo cual, la vida cobra sentido cuando se presenta como un tránsito. Morir es cambiar de estado y  morir se puede entender como desprenderse finalmente de todo lo material que nos une a este mundo para facilitarnos el paso a la eternidad. Personalmente, yo no creo en la separación cuerpo-alma como Platón ni en la vida eterna cristiana, por ejemplo y en ocasiones me da pena no ser creyente de ninguna religión porque al menos tienen esa fe ciega, esa esperanza de ir a algún lugar después de la vida. -En este sentido, este post podría continuar con el anterior pues  mi postura acerca de este tema es similar a la de Nietzsche-.

Por otra parte, me gustaría clarificar que nuestras fuerzas humanas se van consumiendo poco a poco. El hombre va muriendo a plazos hasta acabar haciéndolo completamente. Por ello, la muerte acontece continuamente, y cada instante puede ser el último.
En definitiva, debemos de vivir la vida al máximo e intentar dejar el mejor recuerdo posible pues nunca sabemos cuando o cual será el motivo de nuestra muerte. 

A mi personalmente este es un fenómeno que me fascina. Así como me fascina el ''ente'' que se crea tras la cópula, la creación de algo que existe contrapuesto a la culminación de la vida, a la no-existencia de dicho ''ente'', la muerte. Es algo EXTRAORDINARIO.

                                                                                                                                                                                                                                                                               
                                                                   Águeda Areces





No hay comentarios:

Publicar un comentario